Antes, una marca mostraba los beneficios de las características técnicas para vender sus productos. La publicidad giraba en torno al producto, su uso y sus características.
Según William Ryan, hemos entrado en la «era del relato». En este momento el mayor reto de las empresas es comunicar su historia lo más eficaz y creíble posible. Tienen que dejar de lado el marketing tradicional basado en el posicionamiento. El posicionamiento, explicando las mejores características para saciar las necesidades de los consumidores, tiende a colocar en la mejor posición el nombre o imagen de cierto producto.
En cualquier caso, la mercancía no ha desaparecido, pero ha comenzado a perder el estatus de objeto. Ha habido un cambio de paradigma en el mercado y lo que se ofrece es algo más que el producto, se vende la propia experiencia. Las sensaciones han cobrado importancia.
Mediante el storybrand las marcas construyen su historia y dan a conocer sus valores. Las marcas deben de ser capaces de ponerse en el lugar de las personas. Los productos que se ofrecen tienen un carácter y una personalidad. De esa manera, se acercan a los usuarios. A través de historias creíbles el consumidor puede sentir empatía.
El valor diferencial
Los proyectos no nacen de la nada, nacen de una causa, un propósito, un porqué. Y eso lo demuestra el valor diferencial, es lol que les hace destacar sobre los demás. Ese propósito no pretende obtener ganancias, sino que es la dimensión simbólica que trasciende el uso del producto o servicio.
Es la declaración que se hace del producto o servicio, da a conocer su uso o para qué es conveniente. También explica por qué sacia las necesidades de los clientes. Al construir una marca nace un servicio o producto que da solución a las motivaciones o necesidades de un público en concreto.