Storytelling significa contar historias. Lo que hoy en día conocemos como storytelling es una de las artes más antiguas y tiene su origen en la Antigua Grecia. Precisamente en la retórica. Aristóteles fue un filósofo de la Antigua Grecia y escribió un tratado llamado Retórica. La retórica habla del arte de la persuasión. Esto es, la persuasión es convencer a alguien dándole razones para que realice una acción.
Storytelling es el arte del relato y se utiliza como recurso comunicativo. Al fin y al cabo, es la habilidad de contar historias. Se considera arte porque se consigue conectar con las personas a través de los sentimientos. Las historias tienen la capacidad de movilizar los sentimientos de las personas.
También es una manera de transmitir un mensaje. Así, una historia se puede contar en diferentes formatos. Estamos acostumbrados a consumir anuncios en formato de vídeo, bien en el teléfono móvil, televisión o cine.
No obstante, como ya se ha mencionado, el ser humano ha tenido la costumbre de contar historias oralmente. La comunicación es propia del ser humano, y es universal. Nuestros antepasados transmitieron de generación en generación mensajes de boca en boca narrando historias. En todos los rincones del mundo se han contado cuentos y leyendas.
Por otra parte, lo que nos corresponde es escribir estas historias. Crear contenido escrito para contar historias. Cada persona tiene sus vivencias propias, su historia personal. Pues bien, todo tiene una historia. Las historias las cuentan las personas y las personas son las protagonistas.
Pero, ¿para qué sirven estos relatos?
El storytelling es una técnica y pretende conectar emocionalmente con un público a través de la transmisión de un mensaje. Las historias proporcionan cercanía, para conocer una persona y sentirse identificada con ella. Por tanto, las historias causan emociones y sirven para conectar emocionalmente con la gente.
Las historias son memorables, nos acordamos fácilmente de las historias que nos conmueven. Asimismo, tienen una gran capacidad, pueden cambiar el comportamiento. Además, las narraciones ayudan a mantener la atención. El objetivo no es convencer al consumidor para que compre un producto, sino sumergirse en un universo narrativo, adentrarse en un espacio creíble.